Un taller en Alicante dictado por Antoni Pinent nos recuerda una tecnica a medias entre la animacion y la pictografia que permite escuchar sonidos que jamás se emitieron y ver animación en películas que nunca fueron filmadas. Norman MacLaren, Stan Brakhage y osé Antonio Sistiaga fueron los artistas animadores que experimentaron inicialmente sobre el formato sus técnicas , buscando tanto innovar el lenguaje como arte mismo.
La nota es del sitio laverdad.es nos recuerda el fascinante arte de hacer animación sin usar cámaras.
"«Un trozo de celuloide y un rotulador son más que suficientes para poder realizar una película». Es el Cine sin Cámara, una técnica que transporta «al campo cinematográfico el arte pictórico, y que, a medio camino entre el cine de animación y el experimental, se emplea tanto en el ámbito de la publicidad, los videoclips o la animación, como en el de la investigación y la experimentación más radical». El realizador Antoni Pinent, comisario junto a Andrés Hispano de la exposición That's no entertaiment! El cine responde al cine, que actualmente se exhibe en el Centro Cultural Bancaja de Valencia, define muy gráficamente esta técnica como una serie de «pequeños cuadros en movimiento».
El propio Antoni Pinent, según recordaron ayer desde la Sgae en Valencia, impartirá en Alicante un taller de Cine sin cámara, organizado por la Fundación Autor en colaboración con el Aula de Cultura CAM, en cuyas instalaciones tendrá lugar el curso.
A lo largo de cinco sesiones, que se celebrarán entre el 28 de enero y el 1 de febrero, se analizarán las herramientas y procesos necesarios para poner en práctica esta técnica audiovisual. Desde la primera jornada, además, los asistentes tendrán la oportunidad de realizar ejercicios prácticos de coloración, sincronización y manipulación de los materiales apropiados.
La técnica del cine sin cámara es tan antigua como el cine mismo; de hecho, ya desde finales del siglo XIX comenzó a emplearse para el coloreado de películas. El trabajo, sin embargo, no era sencillo, ya que debía colorearse a mano cada fotograma. «El celuloide se utiliza como si fuera un lienzo y, al final, cada fotograma es como un pequeño cuadro», explica Antoni Pinent.
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LaNuez
