
Así, la historieta europea encuentra su espacio sin copiar a su competencia. Y, mucho menos, sin poner atención a los superhéroes estadounidenses. Vehlmann lo explica con humor: "Creo que los franceses somos demasiado cartesianos para aceptar un superhéroe en calzoncillos rojos que vuela sobre los edificios. Lo encontramos ridículo. Y dentro del contexto norteamericano, lo aceptamos como algo exótico. Han empezado a gestarse relatos de superhéroes europeos, pero muy lejos de ese tipo de códigos. ¡Especialmente sin esos vestuarios!".
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