Los comerciales realizados con dibujos animados son una de las cosas más hipnóticas en la publicidad. Basta que aparezca una mascota animada dando brincos por ahí o recitando un eslogan para que casi automáticamente volteemos para ver qué pasa. Es tal su llegada que hay leyes que prohiben emplear dibujos animados para promocionar licor o cigarrillos. Por supuesto, su influencia no solo abarca niños y jóvenes sino adultos que han crecido prácticamente bajo su influjo. Sobre qué motiva esta atracción y por qué a pesar de su pegada se emplea tan escasamente en el mercado local trata este articulo.
LaNuez
